La
clase del 25 de Septiembre estuvo impartida por Eva María Padilla,
profesora titular de la Universidad de Sevilla.
En
ella nos habló sobre Inteligencia Emocional (IE), vista desde una visión
general y amplia, y centrada en su mayor parte en los niños.
Una
definición sencilla de Inteligencia Emocional es esta: es la
capacidad para reconocer los estados emocionales y actuar en base a
ellos. Dentro de la inteligencia emocional podemos distinguir 5
dimensiones: autoconciencia emocional, autoregulación emocional,
motivación, empatía y habilidades sociales. Estas dimensiones están
relacionadas tanto con el ámbito personal como con el ámbito
social.
Se
nos planteó la pregunta de por qué trabajar la IE en personas con alguna Enfermedad Rara (ER). Una
respuesta a ésto puede ser que como en la población general se han
demostrado los beneficios de su aprendizaje, también las personas
con una ER podrán beneficiarse. A parte de ésto, y dadas las
circunstancias que rodean a las personas con una ER (aislamiento,
incomprensión, falta de información, etc.), que harán más
proclive padecer emociones negativa y estados de ansiedad, creemos
que el aprendizaje en la gestión de estos estados emocionales podrá
beneficiarles especialmente. Por ello es muy importante tanto
trabajar con las personas afectadas por una ER como con sus
cuidadores y familiares.
Las
emociones negativas como el miedo, la rabia y la tristeza son las que
más presentes van a estar en personas con ER, siendo el objetivo no
que éstas desaparezcan, sino que se aprenda a ver los aspectos
positivos que estas emociones reflejan y se aprenda a convivir con
ellas y a gestionarlas, dicho de otro modo: “positivizar las
emociones”.
Al
ser la IE una capacidad que se puede adquirir y mejorar con la
práctica, se ha adoptado un enfoque preventivo dirigido a que los
niños conozcan desde pequeños sus emociones y las puedan
identificar, con el objetivo de mejorar en las diferentes dimensiones
de la IE.
Los
enfoques preventivos se han centrado en el contexto escolar y el
contexto familiar. Siendo el primero básico, pues en éste se
dispone de los medios y el tiempo necesario para poder trabajar este
ámbito (aunque en la práctica no siempre es así). A menudo el
trabajo dentro del contexto familiar es utilizado como un
complemento a la escuela, o también puede abordarse como un ámbito
específico cuando sea necesario.
Hay
que destacar que en el caso de niños afectados por una enfermedad
poco frecuente el aula hospitalaria puede ser el contexto escolar en
el que se han de trabajar las emociones. En este contexto
hospitalario las emociones negativas aparecen con mayor frecuencia,
por lo que aprender a manejarlas es de gran importancia.
Para
trabajar la inteligencia emocional contamos con diversos recursos,
como pueden ser el dibujo, la expresión corporal, la expresión
escrita, la música, el teatro, etc. Dentro de estas herramientas
destaca el juego, sobre todo a la hora de trabajar las emociones con
niños, ya que jugar es algo atractivo para los niños, lo que
facilitará llevar a cabo dinámicas en un contexto lúdico en el que
a la vez van adquiriendo una mayor conciencia emocional.
Los
cuentos pueden ser otro recurso muy útil para trabajar las
emociones, sobre todo en el caso de niños, pudiendo trabajar
emociones específicas más en profundidad a través de historias
sobre las que reflexionar. En el caso de los adolescentes, el
emocionario nos puede servir como apoyo para realizar dinámicas.
Por
último me gustaría compartir una charla en la que se trata el tema
de la Educación Emocional, no abordada desde las enfermedades poco
frecuentes, pero que nos puede servir para reflexionar sobre el valor
de las emociones.