El 12 de febrero de 2016 tuvimos la última clase del
máster. Como no podía ser de otra manera, nos despedimos haciendo
distintas dinámicas de cierre en la que todos pudimos compartir los buenos momentos
y los aprendizajes que hemos tenido durante el mismo.
Comenzamos con un ejercicio
de caldeamiento, comenzando a dar vueltas por la clase. Nos mirábamos sin
hablar, cruzábamos las miradas, nos encontrábamos, nos sentíamos a gusto dentro
de este grupo de personas, nos sentíamos seguros. Y como un buen grupo
informal, de repente: “Y ahora, ¡imitad a las gallinas!” Empezamos a expresar
todo lo que habíamos construido durante este tiempo: la confianza. No faltaron
las risas y los abrazos.
Luego hicimos la dinámica de la máquina humana. Se trata de una técnica de comunicación, en donde
cada persona se comunica con el resto del grupo desde su interior, pero también
exterior, es decir, en relación con las demás personas del grupo. Esta técnica
nos sirvió para reflexionar cómo nos sentíamos o podíamos sentir dentro del grupo.
Para finalizar, terminamos con la técnica del ovillo. Hicimos nuestra red, nuestra propia red de
esperanza. Agradecimientos y emoción en estado puro, viendo con nuestros
propios ojos la red de profesionales que había construido entre todo el grupo.
Burgos,
IV Jornada de Psicología y ER, mesas informativas, federitos, videos, regalos, más
federitos, meriendas, valores como crecimiento, empoderamiento, confianza, esfuerzo, constancia, y en definitiva, emociones, sensaciones... todo eso y mucho más hemos
vivido durante el máster. 14 meses de sueños e ilusiones, y todo por un
objetivo común: mejorar la calidad de
vida de las personas que conviven con una enfermedad poco frecuente y por las cuáles,
comenzamos este camino.
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